Septiembre
1, Monterrey, Nuevo León.- Las canciones de Alejandro Sanz no son "de
una pasada" y tampoco lo son las frases que hilan su plática en una
habitación en Miami, desde donde se ve el cielo nublado sobre el Océano
Atlántico. Así son los temas de su nueva producción, La Música No Se
Toca, que sale a la venta el 27 de este mes; pletóricos en imágenes y en
historias, en sensaciones y verdades dichas en muy distintos modos.
"El lenguaje está para usarlo y si nos seguimos diciendo: 'Te quiero,
te quiero, te quiero', un día nos vamos a aborrecer", declara el español
de 43 años. Entonces, escuchar sus canciones no es fácil de una sola
pasada porque si estabas en un terreno, en un momento ya te llevaron a
otro.
"Así pasa cuando se escribe. El costumbrismo es una
técnica y una metodología que me fascina porque, en el fondo, escribir
la historia de arriba abajo de una canción –como hacen Serrat o Sabina–
es una cosa maravillosa, pero deja mucho menos a la imaginación que lo
abstracto.
"Y creo que todos los artistas, incluso Serrat o
Sabina que he puesto como ejemplo y que son unos maestros, en muchas
ocasiones recurren a lo abstracto; y en sus metáforas, aunque muchas de
ellas sean muy evidentes –y lo digo porque son maravillosas– y muy bien
colocadas, siempre hay un doble sentido donde te puedes refugiar", dice.
De esta forma, el sentido de una canción va más allá de la idea de enamorarse con un flechazo, explica el cantante.
"Como dicen: '¿Crees en el amor a primera vista o paso otra vez?'. Es
interesante pasar varias veces por la misma canción y encontrarse
paisajes diferentes. ¿Qué sentido tendría irse a mirar los atardeceres
si todos fueran iguales?
"Por eso decía antes: 'De tanto decir te quiero, nos vamos a aborrecer'".
El rostro y el nombre de Sanz se han vuelto familiares en México,
adonde llegó hace unos 20 años pisando fuerte con el disco Viviendo
Deprisa (1991), y en donde compuso la mayor parte de su más reciente
álbum.
Convertido en uno de los compositores que son referencia
en la música en español, nos preguntamos si ahora le resulta más fácil
escribir que antes.
"Depende de la canción. Casi todas éstas las
escribí en México, estando en el D.F., para hacer lo del programa de La
Voz…México.
"Hay algunas que al principio no salen, te cuesta
sacarlas adelante. Tienes la idea, que está fantástica, pero no
consigues que la canción quede redonda. Entonces yo les doy amor, amor,
amor hasta que las convierto en bolitas", bromea.
Y, si es necesario, también aplica mano dura.
"Hay alguna que no se deja doblegar. Ésa la dejo en un cajón, castigada. No se sabe; algún día saldrá de ahí pidiendo perdón".
A Medio Camino
Sanz es un cantante que vive entre dos mundos. Hoy nos abre la puerta
que los divide y nos invita a asomarnos a ambos, sobre todo al del "Sanz
creativo", el que traduce las emociones en ideas.
"Ése es el más interesante; de hecho, el único. El otro es muy predecible: le va al Real Madrid y a la Selección Española".
El Sanz que vive en el mundo de la música surgió siendo él un niño.
"Desde muy chico, a mí siempre me atrajo ese mundo introspectivo. No
era muy de ir a jugar con los chicos. A mí me gustaba más bien estar con
mi guitarrita y mis cositas; mi mundo interior siempre fue más
interesante que el exterior", explica.
Dice que actualmente está
escribiendo una "autobiografía emocional" que nada tiene que ver con lo
que ofrecen las "personas conocidas".
"¿Qué chingados importa
con quién he cenado? Lo importante es cuando en tu mundo interior
encuentras suficiente material para sobrevivir, que es lo que hago en mi
estudio.
"Cuando estoy con mi familia y mis hijos son los ratos
que me alimentan el espíritu suficientemente como para volver a
sentarme delante de un estudio y no convertirme en una calaverita,
porque donde realmente yo soy 'yo', es haciendo música; donde me siento
finalmente yo", enfatiza.
En el video del sencillo No Me
Compares se ve al cantante caminar entre objetos regados en una playa.
Fonógrafos, discos enmarcados, un piano en llamas; como la idea de que
todo lo material se vuelve polvo.
"Al final de todo te das
cuenta de que todo lo que se consigue está muy bien, es muy bonito; pero
es mucho más importante lo que queda en tu familia, lo que vayas a
conseguir con ellos y con tus amigos", dice.
"La vida está
compuesta de emociones. Lo demás es ir y venir, pasar. 'Todo pasa y todo
queda', decía el poeta (Antonio Machado). En definitiva lo que queda en
medio son esas pequeñas emociones y los encuentros. El día que me vaya
en el ataúd, yo sé que no me van a despedir los Grammys".
Pero
mientras eso sucede –y esperamos que no sea pronto–, la música inunda la
vida de Sanz y en ella habitan personajes a los que cada quien otorga
un rostro, y las posibilidades de sus historias son tan amplias como el
número de personas que las escuchan.
"Había un compositor que
decía: 'La música son siete notas, pero la palabras son infinitas'.
Gracias a Dios que tenemos los elementos para fusionarlas y jugar a
creer que se llevan bien, a que son compatibles, sobre todo en un idioma
como el nuestro, que es complicado", señala Sanz.
Ese juego
hace interesante la composición pues, para él, la vida es un juego,
contrario a lo que piensa la gente que ve todo con demasiada seriedad.
"Hay que tomarse la vida con un poquito menos de seriedad y más de
intensidad. La intensidad no es lo mismo que la seriedad", remarca.
Esta postura no demerita la honestidad con la que habla en sus
canciones de sentimientos que resuenan tanto en sus seguidores como en
cualquier persona con sangre en las venas, pero tampoco lo vuelve un
autor mártir ni azotado, ni...
"¿Vengativo? Bueno, pero eso
quizá también es parte del juego. Uno puede decir que las canciones se
escriben por necesidad o por venganza; pero hay gente que sigue
vengándose, vengándose y vengándose”.
"¿Y ahora dónde le vas a
dar la puñalada?", pregunta al aire, "yo creo que hay muchas emociones
que puedes volcar sobre tus canciones, y todas son válidas, (pero) no
hay por qué dramatizar sobre ellas".
Lo que es un hecho es que
no hay forma en que el español pudiera esconderse detrás de su trabajo o
negar su propia historia, pues –como él mismo lo ha comprobado– en sus
canciones está impresa la verdad que lo ha determinado en cada etapa de
su vida.
No le gusta escuchar sus propios discos, para eso tiene
los conciertos, pero cuando revisita algunas de sus canciones, la
experiencia "reveladora" es la misma.
"Me ocurre que (pienso
que) no fui suficientemente exigente aquí o tenía que haber peleado un
poco más. Pero en muchas de ellas sí descubro que el instinto, el
subconsciente nuestro, es muchas veces más inteligente que la razón y
explica cosas de nosotros que la razón no se atreve", asegura.
"Porque (quizá) no sea políticamente correcto ni con uno mismo, no se
atreve a contar, sin embargo el subconsciente sí lo cuenta y entonces,
pasado el tiempo, cuando se tiene la distancia suficiente, descubres que
tus subconsciente explica más de ti que tu propia razón".
En una Galaxia muy Cercana
En La Música No Se Toca habita la idea de un silencio que no es
tranquilo, que abarrota las cosas, los espacios, que todo lo rodea y el
cantante buscas romperlo con las palabras.
También hay personajes fantásticos y paisajes que el cantante construyó basado en experiencias que surgieron de la casualidad.
"Hay silencios muy ruidosos, como hay soledades tumultuosas. Pero ésa
es la magia de las palabras también. La propia palabra está rompiendo el
significado, y las imágenes que propongo en las canciones... te sugiero
que busques en Google 'Titán', es una de las lunas de Saturno, para que
veas qué paisaje estoy proponiendo".
Un día, el cantante descubrió en internet la luna Titán y lo fascinó, pues tiene mares de metano y de etano.
"Estos gases, cuando se evaporan, crean una lluvia y como la fuerza de
gravedad es muy poca, bajan las gotas enormes muy despacito, con muchos
colores. Es una cosa maravillosa", explica.
Sanz, quien desde
muy pequeño tenía la inquietud por la música, por explorar su mundo más
interior, pide que no se confunda a éste con una idea del artista
atormentado.
"De hecho afuera el ruido es mucho más grande. El ruido de fuera es mucho más ensordecedor, los tambores suenan sin compasión".
En ese mundo exterior de ventas, fans, followers de Twitter, páginas de
Facebook, premios, estudios de grabación y conciertos masivos, el
cantante dice sobrevivir.
"Pero éstas son herramientas que nosotros hemos creado para acercarnos o alejarnos y hacer lo que nos dé la gana.
"Pero el mundo real no va por megas. El mundo real es el que tú tocas,
el que tú besas, el que tú abrazas, el que tú comes, el que tú respiras,
el que tú bebes y el que tú amas. Ése es el mundo real. Lo demás son
juguetes, que están muy bien también, pero son juguetes", enfatiza.
El tiempo se agota, el umbral comienza a cerrarse y cada quien debe
volver a su mundo, el que compartimos todos, cada uno trabajando desde
su trinchera.
Antes de cerrar la puerta, preguntamos al cantante por qué la música no se toca.
"La música no se toca porque la vida es un milagro y la música es la que nos lo recuerda", concluye.